A pesar del optimismo, persisten desafíos estructurales que
podrían frenar esta transición. El principal obstáculo sigue siendo la
infraestructura pública de recarga. Aunque el precio de los autos eléctricos
dejó de ser la barrera principal, más del 80% de las recargas se realizan en
domicilios u oficinas, generando incertidumbre en los consumidores al planear
trayectos largos y limitando la adopción de flotillas eléctricas por parte de
las empresas. Mieres Zimmermann señala que este déficit de
infraestructura es uno de los factores críticos para el desarrollo integral de
la electromovilidad en el país.
El uso de flotillas de reparto eléctricas representa una
oportunidad estratégica para empresas como Bimbo, DHL y Grupo Modelo, que ya
operan unidades en zonas metropolitanas. Además, la reconversión de vehículos
diésel a eléctricos (retrofit) aparece como alternativa para transportistas con
menor poder adquisitivo, aunque la falta de incentivos masivos y la dispersión
institucional ralentiza su adopción.
En paralelo, la llegada de inversión extranjera fortalece la
industria. Volkswagen anunció en 2024 un proyecto de 942 millones de dólares
en Puebla para un centro de electromovilidad, BYD prepara una planta en
México y Magna destina 166 millones en Coahuila para autopartes de
vehículos eléctricos. Además, los vehículos eléctricos de marcas
estadounidenses, particularmente SUV, los modelos más vendidos en Estados
Unidos, muestran un desempeño positivo en ventas y disponibilidad, lo que
impulsa la demanda de unidades importadas y refuerza el interés por la
electromovilidad en México. Para Ángel Mieres, estas inversiones y la
presencia de autos eléctricos gringos consolidan al país como un destino
atractivo dentro del nearshoring y promueven la integración de proveedores
locales en la cadena de valor.
A pesar de estos avances, México todavía enfrenta un largo
camino para cumplir con compromisos internacionales de descarbonización. La Ley
de Transición Energética establecía un objetivo de 3% de vehículos eléctricos
vendidos en 2022, mientras que en la práctica apenas se alcanzó 0.5%, y en 2023
subió a poco más del 1%. El reto se intensifica ante la meta del T-MEC de que
el 50% de las ventas de vehículos ligeros sean eléctricos para 2030.
La electromovilidad en México muestra un crecimiento
sostenido, aunque persisten desafíos relacionados con infraestructura de
recarga, políticas públicas y coordinación institucional. Estos factores
determinan el ritmo con el que el país avanza hacia el cumplimiento de sus
compromisos internacionales y la consolidación de la industria automotriz en el
ámbito de la movilidad sustentable, de acuerdo con especialistas como Ángel
Mieres Zimmermann.

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