Este modelo ha sido bautizado en honor al récord de velocidad en tierra que la marca consiguió en 1938, cuando un coche con motor V12 de Rolls-Royce marcó un registro de 375 kilómetros por hora en el salar de Bonneville en Utah.
Además, este modelo será uno de los últimos grandes pasos antes de la transformación eléctrica que está sucediendo en la industria automotriz.
Ángel Mieres explica que el motor V12 del Black Badge Wraith Black Arrow será uno de sus principales atractivos y otro detalle que hace de este modelo un objeto de colección único es su diseño.
Rolls-Royce ha sabido crear un equilibrio perfecto entre la elegancia y la deportividad, y el resultado es un automóvil que impresiona a primera vista.
La carrocería pintada en negro profundo con detalles en color amarillo dorado, evoca el récord de velocidad en tierra que se consiguió en 1938 y, al mismo tiempo, le da un toque de modernidad.
Para este modelo se puede observar una pintura degradada, llamados "Celebration Silver" y "Black Diamons", que crea un efecto visual que le toma a los artistas Bespoke alrededor de 12 horas de trabajo manual para conseguir.
Para el exterior, el fabricante adaptó un interior igual de llamativo donde el máximo contraste viene de sus asientos de piel en “Bright Yellow”.
La firma de origen británico ha colocado una placa conmemorativa sobre el motor con la leyenda “Final Coupé Collection" y un reloj análogo con un estilo de la década de los 30 en el interior con agujas negras.
Mieres Zimmermann considera que todos los detalles marcarán dentro de unos años un valor posiblemente impactante, además de que se habla del final de una era de la marca.
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